martes, 8 de enero de 2013

La última batalla


    Día: Uno más.
    Hora: Cerca del anochecer.

    Selene iba mostrándose lentamente, acompañada de su oscuro manto, apartando y cubriendo toda la luminosidad que desprendía Helios.

    Ya no calculaba el tiempo; para él no era relevante. Chorreante el filo de su lanza, describiendo un rojo y brillante rastro a su paso. Lágrimas surcaban su rostro cubierto por el casco. Lágrimas de dolor, procedentes de sus oscuros y vacíos ojos, ocasionadas por amor. Nadie le dio a elegir, no tuvo opción, la guerra era su mundo y oficio; su única verdad, y no podía cambiarlo. Le pesaba la armadura, o quizá fuese el paso del tiempo, cruel y eterno. Sabía que volvería, era consciente de que estaría con ella de nuevo, pero no lograba acertar cuando ni por cuanto. Su figura se dibujaba en su mente, la más bella de todas; la perfección absoluta. La quería tener de nuevo a su lado, oculta y segura entre sus fornidos brazos.
    Lúgubre mirada al horizonte, perdiéndose entre los últimos y marchitos rayos del sol. Cayó de rodillas con todo el peso de su musculoso cuerpo. Aquel rostro, habitualmente frío y sin expresión, mostraba dolor y sufrimiento. Su vacía mirada se inundaba de lágrimas que caían por su cara, ablandando su fiera apariencia. El señor de la guerra, ¡qué irónico sonaba! ¿Dónde quedó su ruda imagen? ¿Qué fue de su bravura? Era evidente que en ese momento no le acompañaban. Curtido en miles de batallas, vencedor y causante de todas las guerras libradas; Ares se enfrentaba al único combate ante el cual se veía indefenso: el amor.




Dave Gles

1 comentario:

  1. Una historia muy buena :)
    Sigue escribiendo ,se te da de maravilla

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