Y hace tanto que no le pido nada, que no converso con él, que desistí en llamadas y que le quité el nombre de tentación para llamarlo vida. Pero hoy te ruego me escuches, que se acerca el frío y en días calurosos necesito su arropo porque ya no sé quién me debe ayudar.
Que no sé si estoy dispuesto, que no sé si quiero más besos o perderme en sus labios hasta volver a olvidarme de cuáles son los míos, que me erice la piel, que entre a través de mis ojos, que indague en mis traumas, que cure heridas, que se desnude ante mí y sus defectos no me asusten. Los estigmas de su vida, los amores pasados, la experiencia en la cama, amantes y polvos, vicio y lujuria, sudor entre sábanas, que todo lo malo se haga parte de mí, que vuelva la locura, la obsesión, que beberme a mí mismo para dormir se haga de nuevo realidad. Que tras cada arañazo, tras cada hostia en mi rostro, las lágrimas caigan y se las beba, al igual que la sangre sería el perfecto vestido de mi boca en cada momento si es su calor el que me arropa, lo que anhelo y respiro solo es su aroma... y cese el terror.
Pero es que no sé cuál es el sendero, que disfrazo con risas, que parodio mi vida, que me río en mi cara cuando necesito abrazarme y decirme que nada podría salir mal...
Dime señor, si estoy preparado, si estoy dispuesto, si debo de amarle o salir corriendo, que es el indicado o tan solo un diablo más disfrazado. Mándame la prueba, la marca, lo que me diga que en el riesgo está la solución, que más risas pueden llegar, que me esperará al llegar de trabajar, que me abrazará al dormir y que al menos, durante un tiempo, nada me dañará, después, el tiempo lo dirá. Pero sabes que el dolor, que aquel al que amé aún no se va, porque la comodidad es mayor, y es la mayor señal de terror.
Que no quiero ser un cuerpo más, que no soy solo sexo, que no es mi miedo, es mi terror, que no es mi pasado marcado por lágrimas y sangre, por debilidades que casi me llegan a matar, la causa de esos fetiches que ahora nos hacen disfrutar. Que la vida me ha dado, que señor, usted me lo dio, que el diablo mismo se dispuso a jugar y lo sacó al final, ese carácter, el niño que se fue y un día regresó, y que ahora a mi lado reclama atención, siendo más yo, siendo más adulto y real. Que no sé que me ofrecerá, que me demandará, y sabes que yo solamente puedo ofrecerte amarte y quererte como nadie nunca jamás lo hará.
Y que no lo temo, que en mi piel ya va marcado y que lo que siento es que de él me quiero enamorar, porque esa sonrisa, esas palabras, esa sinceridad, ese momento en la cama, un juguete para niños, un juego de la infancia, un paseo, saludo a la mañana, despedida en la noche, los besos en la estación, toda la atención y saber de mí, que todo eso me encanta, que ya me gana, pero no lo puedo evitar...
Sabes señor, que le hice sentir joven otra vez y a su lado me hice mayor... y sin embargo se le olvidó... decirme te quiero a cada amanecer, me hiciste feliz cuando creía que nadie lo volvería a hacer, me iluminas los días con tu presencia y tu sonrisa me enloquece, que tienes mil sueños que yo no cumplí y los harías realidad a mi lado, pero yo no quiero caminar más.
Que quizás no merezco ser amado como sería capaz de amar, porque no todo el mundo tiene esa capacidad. Solamente quiero la señal, porque si quieres jugar una vez más, tiro los dados y al salir ese cinco salgo de casa, avanzo dos casillas y me como a tu reina, dejando al rey en jaque y veremos entonces. Pero por favor, dímelo, porque no quiero indagar si al final te vas...
"Quizás se le olvidó, que los besos más humildes le borraron de la piel el Chanel. Yo no reclamo nada, eso quedó en el ayer, Agradecerle a estos ojos que le vieron llorar una vez. Y ya tú ves. Quizás se le olvidó, decir que me quería esa tarde tan fría de invierno, por prestarle atención a la ropa, a la cara y al cuerpo... quizás se le olvidó."
No quiero más canciones que me hagan llorar, si no es a su lado y es de felicidad.
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