Hola.
Ya me han comentado cómo se encuentra el panorama, lo que vives día a día, lo que tus ojos ven y tus labios callan. Que la lucha sigue, que teóricamente estáis al pie del cañón por una sociedad mejor, por igualdad y justicia, pero que a su vez, ya la habéis matado. Que ya no queda cabida para el amor, que tanta guerra, incluso dentro de la casa de cada uno os está destrozando y que finalmente, después de tanta evolución habéis vuelto a ser animales. Que ya no es como antes, que una sonrisa ya no os dice nada si esa boca no os está practicando sexo oral y que la lluvia molesta porque ya no existe la intimidad de un dormitorio y dos almas que se abrazan cuando las pieles se juntan, no, porque la lluvia moja y no podéis lucir esos pedazos de carne que el tiempo convertirá en polvo. Que ya no sentís alegría cuando agarráis la mano de un ser querido, porque se os ha olvidado incluso cómo es quereros a vosotros mismos. Que el dinero tiene más importancia metido en una caja y nos olvidamos que es la moneda de cambio para disfrutar de planes maravillosos que no se podrán repetir. Que los recuerdos que importan son los polvos fortuitos y no las risas con amigos. Que los besos se han vuelto sucios y la juventud dura para siempre cuando tu cabeza llena de canas no puede ni con tu alma, pero sigues siendo joven, ojo, y te niegas a admitir que se agotó tu tiempo. Que ya no hay fuerza, que nadie sacrifica nada por la pasión, que prefieren estar acomodados a irse lejos y conseguir sus propósitos, que si aquí te tratan mal, es porque así nací y me lo merezco. Y que preferís llorar y quejaros, porque os vendieron que huir está mal. Y ya no sabéis dónde está la felicidad. Que el mismo cuerpo ya no os sacia y que siempre vais de dos en dos, que vuestro ego está por las nubes y en esa relación entre varias personas no importa nadie más que tú. Que ya no os llena la felicidad de alguien cercano, que dormís solos y visitáis mil camas, si a ella llegáis, claro. Que no hay conversaciones, que ni siquiera recordáis nombres, que os llamáis a todas horas y que en apenas un cuarto habéis terminado y quizás nos volvemos a ver dentro de un año para repetir esta mierda que, sinceramente, ni me ha gustado, pero oye, vamos a engañarnos, que al menos he follado.
Pero el tiempo avanza, que la vida será larga, que dará para mucho, pero ¿quién te espera en casa a la vuelta del trabajo? ¿Quién te besa en las noches frías de invierno y te saca de la mano en primavera? ¿Quién llora de felicidad al ver tu sonrisa cuando compartes tu alegría, porque conseguiste aquello que tanto querías? ¿Quién lo celebra? ¿Quién llora? ¿Quién te echa de menos? Que a la hora de la verdad estás solo, que en esa cama no hay nadie, que nadie llorará tu último respiro y te irás sin haber aprendido a amar.
Efectivamente. Manda mi carta al presente porque habéis perdido la capacidad de amar, porque en el contracuento, os habéis inventado uno lleno de monstruos y pesadillas queriendo matar las hadas madrinas que prometían felicidad eterna. Y es que no funciona de ninguna de las dos maneras, esto consiste en dar todo de ti para poder recibir, en ser feliz, en hablar, en escuchar, en avanzar, comprender, aprender, ser tú, ser yo, ser nosotros, juntos, no para mí, no para ti, solo para nosotros.
Y en tu día a día te dejas llevar, vives, sufres, inventas, imaginas, sueñas, creas, exageras, lloras, caes y te levantas... Pequeños relatos tan comunes como la vida misma.
jueves, 20 de octubre de 2016
miércoles, 19 de octubre de 2016
A solas en la confesión
Hoy quería sentarme frente a frente con vos, que bebamos juntos de este vino y me expliques cuál es el juego en el que me tocará arder de nuevo y durante cuanto tiempo.
Te conozco, desde hace años, cuando dentro de una piel ajena te presentaste bajo el nombre de tentación y caí ante tus pies, siendo algo así como una representación de mí mismo, ofreciendo la calidez de un viejo amigo y con las peores artes que un némesis puede cargar. Me has hecho creer durante tiempo que yo mismo sacio todas mis necesidades y cuando así lo tenía más que interiorizado, me corrompes, trayendo contigo una nueva presencia que sin duda me va a dañar. ¿Pretendes engañarme de nuevo o quizás son mis ojos los que te ven donde no estás? Sin embargo, hace tanto que no siento lo mismo, que no quiero dejarte ir...
Hagámoslo. No te levantes, te ofrezco mi sillón. ¿Sientes el calor de la chimenea? Es acogedor. Toma, pasea tus labios, rodeados de la espesa barba que tanto llama mi atención por el borde de mi copa y deja fluir el granate líquido en descenso por tu garganta. Cuando el calor del alcohol caldee tu cuerpo, yo ya estaré demasiado ebrio como para saber lo que estoy haciendo, pero te confesaré un secreto: whisky es el nombre que doy a mis miedos. ¿Oyes eso? He puesto la canción. Sé que la letra no habla de nosotros, pero podría hacerlo. ¿Me concedes este baile? No es tan extraño, de veras, solamente toma mi mano y déjate llevar. Sigue mis pasos, pega tu cuerpo con el mío, y en la danza, donde dos pechos llenos de vida respiran y laten, dos corazones que buscan el refugio el uno del otro arropados por una sombra negra que les impide admitir que necesitan amor. Pero, ya pasó otra vez. Otras tantas veces. Que sexo fue el engaño y ahora solamente te quiero poseer. "No te vayas". Es el suspiro que ahogo en tu oído y mis manos visten tu piel por debajo de la camisa, cinturas pegadas y el escalofrío sólo de sentirte es suficiente. Y beso tus labios finalmente después de sentirlos como tentación durante todo este tiempo. Y empujo tu cuerpo, haciéndolo caer sobre el sillón de nuevo, obligándote a mirarme, a contemplarme, a verme, a leerme como nadie lo había hecho jamás. Derrama ante mí tu vino y bebe de las lágrimas de un niño que clama atención a gritos, que mi sangre ya no corre desde que amé por última vez y un músculo inservible vuelve a ser elemento poético para latir de nuevo por ti. ¿Estás contento? Estoy viviendo de nuevo. Eres culpable de la resurrección de un ser que no sabemos si debe existir. No lo vuelvas a matar. Yo no quiero hacerlo. Alimenta la criatura que nació en mis entrañas entrando en mí generando sudor y agitando mi respiración hasta sentir prácticamente la asfixia y la muerte de nuevo. Ahoga tus miedos con los míos y desnúdate ante mí. Follemos como locos hasta que desaparezca el mundo entre las sábanas y las sensaciones sean tan confusas e intensas que no sepamos qué es el físico y el qué es el alma, ya que hasta nuestra mente está viva en este juego de seducción y el placer no tiene final... Bailemos el último vals y dime que te quedas. En la intriga de esta historia no quiero conocer el final si no llegas a él.
Te conozco, desde hace años, cuando dentro de una piel ajena te presentaste bajo el nombre de tentación y caí ante tus pies, siendo algo así como una representación de mí mismo, ofreciendo la calidez de un viejo amigo y con las peores artes que un némesis puede cargar. Me has hecho creer durante tiempo que yo mismo sacio todas mis necesidades y cuando así lo tenía más que interiorizado, me corrompes, trayendo contigo una nueva presencia que sin duda me va a dañar. ¿Pretendes engañarme de nuevo o quizás son mis ojos los que te ven donde no estás? Sin embargo, hace tanto que no siento lo mismo, que no quiero dejarte ir...
Hagámoslo. No te levantes, te ofrezco mi sillón. ¿Sientes el calor de la chimenea? Es acogedor. Toma, pasea tus labios, rodeados de la espesa barba que tanto llama mi atención por el borde de mi copa y deja fluir el granate líquido en descenso por tu garganta. Cuando el calor del alcohol caldee tu cuerpo, yo ya estaré demasiado ebrio como para saber lo que estoy haciendo, pero te confesaré un secreto: whisky es el nombre que doy a mis miedos. ¿Oyes eso? He puesto la canción. Sé que la letra no habla de nosotros, pero podría hacerlo. ¿Me concedes este baile? No es tan extraño, de veras, solamente toma mi mano y déjate llevar. Sigue mis pasos, pega tu cuerpo con el mío, y en la danza, donde dos pechos llenos de vida respiran y laten, dos corazones que buscan el refugio el uno del otro arropados por una sombra negra que les impide admitir que necesitan amor. Pero, ya pasó otra vez. Otras tantas veces. Que sexo fue el engaño y ahora solamente te quiero poseer. "No te vayas". Es el suspiro que ahogo en tu oído y mis manos visten tu piel por debajo de la camisa, cinturas pegadas y el escalofrío sólo de sentirte es suficiente. Y beso tus labios finalmente después de sentirlos como tentación durante todo este tiempo. Y empujo tu cuerpo, haciéndolo caer sobre el sillón de nuevo, obligándote a mirarme, a contemplarme, a verme, a leerme como nadie lo había hecho jamás. Derrama ante mí tu vino y bebe de las lágrimas de un niño que clama atención a gritos, que mi sangre ya no corre desde que amé por última vez y un músculo inservible vuelve a ser elemento poético para latir de nuevo por ti. ¿Estás contento? Estoy viviendo de nuevo. Eres culpable de la resurrección de un ser que no sabemos si debe existir. No lo vuelvas a matar. Yo no quiero hacerlo. Alimenta la criatura que nació en mis entrañas entrando en mí generando sudor y agitando mi respiración hasta sentir prácticamente la asfixia y la muerte de nuevo. Ahoga tus miedos con los míos y desnúdate ante mí. Follemos como locos hasta que desaparezca el mundo entre las sábanas y las sensaciones sean tan confusas e intensas que no sepamos qué es el físico y el qué es el alma, ya que hasta nuestra mente está viva en este juego de seducción y el placer no tiene final... Bailemos el último vals y dime que te quedas. En la intriga de esta historia no quiero conocer el final si no llegas a él.
domingo, 2 de octubre de 2016
No le temo al amor
Y hace tanto que no le pido nada, que no converso con él, que desistí en llamadas y que le quité el nombre de tentación para llamarlo vida. Pero hoy te ruego me escuches, que se acerca el frío y en días calurosos necesito su arropo porque ya no sé quién me debe ayudar.
Que no sé si estoy dispuesto, que no sé si quiero más besos o perderme en sus labios hasta volver a olvidarme de cuáles son los míos, que me erice la piel, que entre a través de mis ojos, que indague en mis traumas, que cure heridas, que se desnude ante mí y sus defectos no me asusten. Los estigmas de su vida, los amores pasados, la experiencia en la cama, amantes y polvos, vicio y lujuria, sudor entre sábanas, que todo lo malo se haga parte de mí, que vuelva la locura, la obsesión, que beberme a mí mismo para dormir se haga de nuevo realidad. Que tras cada arañazo, tras cada hostia en mi rostro, las lágrimas caigan y se las beba, al igual que la sangre sería el perfecto vestido de mi boca en cada momento si es su calor el que me arropa, lo que anhelo y respiro solo es su aroma... y cese el terror.
Pero es que no sé cuál es el sendero, que disfrazo con risas, que parodio mi vida, que me río en mi cara cuando necesito abrazarme y decirme que nada podría salir mal...
Dime señor, si estoy preparado, si estoy dispuesto, si debo de amarle o salir corriendo, que es el indicado o tan solo un diablo más disfrazado. Mándame la prueba, la marca, lo que me diga que en el riesgo está la solución, que más risas pueden llegar, que me esperará al llegar de trabajar, que me abrazará al dormir y que al menos, durante un tiempo, nada me dañará, después, el tiempo lo dirá. Pero sabes que el dolor, que aquel al que amé aún no se va, porque la comodidad es mayor, y es la mayor señal de terror.
Que no quiero ser un cuerpo más, que no soy solo sexo, que no es mi miedo, es mi terror, que no es mi pasado marcado por lágrimas y sangre, por debilidades que casi me llegan a matar, la causa de esos fetiches que ahora nos hacen disfrutar. Que la vida me ha dado, que señor, usted me lo dio, que el diablo mismo se dispuso a jugar y lo sacó al final, ese carácter, el niño que se fue y un día regresó, y que ahora a mi lado reclama atención, siendo más yo, siendo más adulto y real. Que no sé que me ofrecerá, que me demandará, y sabes que yo solamente puedo ofrecerte amarte y quererte como nadie nunca jamás lo hará.
Y que no lo temo, que en mi piel ya va marcado y que lo que siento es que de él me quiero enamorar, porque esa sonrisa, esas palabras, esa sinceridad, ese momento en la cama, un juguete para niños, un juego de la infancia, un paseo, saludo a la mañana, despedida en la noche, los besos en la estación, toda la atención y saber de mí, que todo eso me encanta, que ya me gana, pero no lo puedo evitar...
Sabes señor, que le hice sentir joven otra vez y a su lado me hice mayor... y sin embargo se le olvidó... decirme te quiero a cada amanecer, me hiciste feliz cuando creía que nadie lo volvería a hacer, me iluminas los días con tu presencia y tu sonrisa me enloquece, que tienes mil sueños que yo no cumplí y los harías realidad a mi lado, pero yo no quiero caminar más.
Que quizás no merezco ser amado como sería capaz de amar, porque no todo el mundo tiene esa capacidad. Solamente quiero la señal, porque si quieres jugar una vez más, tiro los dados y al salir ese cinco salgo de casa, avanzo dos casillas y me como a tu reina, dejando al rey en jaque y veremos entonces. Pero por favor, dímelo, porque no quiero indagar si al final te vas...
"Quizás se le olvidó, que los besos más humildes le borraron de la piel el Chanel. Yo no reclamo nada, eso quedó en el ayer, Agradecerle a estos ojos que le vieron llorar una vez. Y ya tú ves. Quizás se le olvidó, decir que me quería esa tarde tan fría de invierno, por prestarle atención a la ropa, a la cara y al cuerpo... quizás se le olvidó."
No quiero más canciones que me hagan llorar, si no es a su lado y es de felicidad.
Que no sé si estoy dispuesto, que no sé si quiero más besos o perderme en sus labios hasta volver a olvidarme de cuáles son los míos, que me erice la piel, que entre a través de mis ojos, que indague en mis traumas, que cure heridas, que se desnude ante mí y sus defectos no me asusten. Los estigmas de su vida, los amores pasados, la experiencia en la cama, amantes y polvos, vicio y lujuria, sudor entre sábanas, que todo lo malo se haga parte de mí, que vuelva la locura, la obsesión, que beberme a mí mismo para dormir se haga de nuevo realidad. Que tras cada arañazo, tras cada hostia en mi rostro, las lágrimas caigan y se las beba, al igual que la sangre sería el perfecto vestido de mi boca en cada momento si es su calor el que me arropa, lo que anhelo y respiro solo es su aroma... y cese el terror.
Pero es que no sé cuál es el sendero, que disfrazo con risas, que parodio mi vida, que me río en mi cara cuando necesito abrazarme y decirme que nada podría salir mal...
Dime señor, si estoy preparado, si estoy dispuesto, si debo de amarle o salir corriendo, que es el indicado o tan solo un diablo más disfrazado. Mándame la prueba, la marca, lo que me diga que en el riesgo está la solución, que más risas pueden llegar, que me esperará al llegar de trabajar, que me abrazará al dormir y que al menos, durante un tiempo, nada me dañará, después, el tiempo lo dirá. Pero sabes que el dolor, que aquel al que amé aún no se va, porque la comodidad es mayor, y es la mayor señal de terror.
Que no quiero ser un cuerpo más, que no soy solo sexo, que no es mi miedo, es mi terror, que no es mi pasado marcado por lágrimas y sangre, por debilidades que casi me llegan a matar, la causa de esos fetiches que ahora nos hacen disfrutar. Que la vida me ha dado, que señor, usted me lo dio, que el diablo mismo se dispuso a jugar y lo sacó al final, ese carácter, el niño que se fue y un día regresó, y que ahora a mi lado reclama atención, siendo más yo, siendo más adulto y real. Que no sé que me ofrecerá, que me demandará, y sabes que yo solamente puedo ofrecerte amarte y quererte como nadie nunca jamás lo hará.
Y que no lo temo, que en mi piel ya va marcado y que lo que siento es que de él me quiero enamorar, porque esa sonrisa, esas palabras, esa sinceridad, ese momento en la cama, un juguete para niños, un juego de la infancia, un paseo, saludo a la mañana, despedida en la noche, los besos en la estación, toda la atención y saber de mí, que todo eso me encanta, que ya me gana, pero no lo puedo evitar...
Sabes señor, que le hice sentir joven otra vez y a su lado me hice mayor... y sin embargo se le olvidó... decirme te quiero a cada amanecer, me hiciste feliz cuando creía que nadie lo volvería a hacer, me iluminas los días con tu presencia y tu sonrisa me enloquece, que tienes mil sueños que yo no cumplí y los harías realidad a mi lado, pero yo no quiero caminar más.
Que quizás no merezco ser amado como sería capaz de amar, porque no todo el mundo tiene esa capacidad. Solamente quiero la señal, porque si quieres jugar una vez más, tiro los dados y al salir ese cinco salgo de casa, avanzo dos casillas y me como a tu reina, dejando al rey en jaque y veremos entonces. Pero por favor, dímelo, porque no quiero indagar si al final te vas...
"Quizás se le olvidó, que los besos más humildes le borraron de la piel el Chanel. Yo no reclamo nada, eso quedó en el ayer, Agradecerle a estos ojos que le vieron llorar una vez. Y ya tú ves. Quizás se le olvidó, decir que me quería esa tarde tan fría de invierno, por prestarle atención a la ropa, a la cara y al cuerpo... quizás se le olvidó."
No quiero más canciones que me hagan llorar, si no es a su lado y es de felicidad.
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