Te veo a mi lado, abrazando mi desnudo cuerpo. Indefensa me siento en esta fría noche de otoño. Sentada en tu lápida entono mi dulce cántico, oración para tu triste final.
Hipnótica belleza fantasmal, pálido rostro de azuladas venas marcadas. Una inocente mirada grisácea y dorados cabellos rozando el blanco me atraparon. Dime belleza, ¿cómo puedes estar tan cerca este humilde gitano?
Todo es distinto a tu lado. Tu negro pelo rizado, tus oscuros ojos y morena piel. Presa me tienes, a pesar de ser diferente. Tu pobreza no importa, pues tu enigmática belleza me atrae y tu esbelta figura me hace sentir segura.
Delicada muñeca. Piel de porcelana. Frágil y sensible y además, perfectamente cuidada. No debes acercarte demasiado a mí. Soy la marginalidad, soy el peligro y puedo ser tu final.
Perfecto final sería si tú lo provocas. Siento escalofríos por todo mi cuerpo cada vez que te veo, oscura es la noche cuando de ti me alejo y cálida sensación cuando junto a ti vuelvo.
Iluminas mis noches y caldeas mi cuerpo, que frío se halla en la calle oscura cada noche de otoño.
Si ambos sentimos lo mismo quizá deberíamos ignorar la razón y dejarnos llevar por la tentación.
La razón es sabia y el sabio siempre tiene razón. Si juntos nos dejamos llevar la locura que ahora nos posee es poco en comparación con lo que podría llegar a ser.
La locura es infinita ahora y por siempre mi querido caballero. Actuemos ahora, que para pensar tiempo ya tendremos. No dejemos que el arrepentimiento nos atrape, pues ambos sabemos que nuestros cuerpos desean fundirse en uno solo. Démonos calor en esta oscura noche de otoño.
Roza mis labios y acaricia mi torso si eso es lo que deseas. Ya te advertí querida, que esto no es lo que deberías hacer.
El deber me da igual, solo me dejo llevar por lo que deseo. Abraza mi cuerpo, quiero sentirme segura entre tus musculosos brazos.
Siéntete segura a mi lado, que no dejaré que te ocurra nada malo. A pesar de no ser lo correcto no puedo evitar el dejarme llevar por esta oscura tentación. Tu cuerpo es perfecto y tu belleza supera la de los ángeles. Desnúdate querida, que esta noche nos dejaremos llevar, que ya habrá tiempo para pensar, de momento el cuerpo nos pide actuar.
El simple tacto de tus manos por mi espalda me hace volar. Eres mi caballero, al cual le quiero entregar mi virginidad.
Dulce muchacha, no sabes lo que estás haciendo. Soy mayor que tú, soy inferior a ti y no te convengo.
Desnuda me hallo ante ti y quiero ser poseída. Soy lo que buscabas, ese triste suspiro que te aleja de tu soledad.
No quiero tenerte tentada, eres perfecta y yo ya debo ir al infierno por mis pecados. ¿Por qué te condenas de esta forma?
A pesar de tus palabras no dejas de acariciarme…
Todavía estás a tiempo, no has bebido del dulce néctar del diablo.
Creo entonces que será tarde una vez haya besado tus labios…
No debiste hacerlo pero ya es tarde para arrepentimientos. Continuemos lo empezado hasta el final, pues total, el pecado está hecho y el no terminarlo no lo va a solucionar.
Agárrame, entra en mí con violencia, quiero esta noche cumplir tus oscuros deseos y pecar. Quiero conocer el mal…
Son apenas unos minutos, pero profunda es la incisión del maligno en nuestras almas. Ya nadie nos puede salvar. Te has maldecido querida, ya nada será igual.
El sudor recorre nuestros cuerpos, abrázame, quiero sentirme segura una vez más.
Siéntete segura, ahora es el mal el que vela por ti.
Estamos condenados, pero ir al Infierno me da igual, porque tú te encuentras a mi lado.
El Infierno se ha convertido en tu vida terrenal ahora, querida. Ya te lo dije, yo soy la marginalidad y tú eres la nobleza. Te dejaste seducir y has perdido la inocencia.
Como bien has dicho, el mal vela por mí y segura estaré. Procura cuidarte, mi amado, por que necesito que me protejas y estés a mi lado.
Ahora te vas y regresas a tu hogar. Yo mientras me quedo de nuevo en la calle solo. La niebla me rodea y la lluvia moja poco a poco mi rostro hasta dejarme completamente empapado. Desapareces por completo, necesito encontrarte y no te encuentro. Deambulo por las solitarias calles a diario. El otoño me afecta. Tengo hambre, frío, sueño… Caigo rendido entre blancas estatuas de mármol. Cierro los ojos y ahí comienza mi eterno descanso.
Te encuentro tirado. No logro sentir nada. Sonrío, no sé el por qué. Mi protector, mi amado, ha fallecido. Beso tus labios por última vez. Me encargo de darte la despedida que mereces. Fríos pasan los días. Te veo a mi lado, abrazando mi desnudo cuerpo. Indefensa me siento en esta fría noche de otoño. Sentada en tu lápida entono mi dulce cántico, oración para tu triste final.
Dave Gles
No hay comentarios:
Publicar un comentario