Otra vez, la maldita ansiedad. La necesidad de fumarme a mí mismo y desaparecer entre mis pensamientos, sin poder ordenarlos porque funcionan demasiado rápido, afectando al resto de la máquina y como no, generando esta presión en el pecho, ese latido más fuerte que de costumbre, dificultando la respiración, provocando a esta ansiedad.
Estigmas son mis deseos y el instinto nada más, que experiencia es el nombre de mil errores y la falta de lágrimas por ellos en terror se han convertido. Que prisas son pequeñas putas que me llaman y con sus bellos cuerpos en el callejón oscuro me ofrecen un trabajo al que podría, pero, no me voy a negar. Y no es como antes, pero es fuerte y duele, que quizás si fuese sencillo, lo dijese, lo soltase sin más, lo recordase y no quisiera parecer el fuerte sería más fácil y no me costaría tanto. Que cuento mil teorías y palabrería sin saber qué está interpretando y quizás se me está alejando porque doy a entender que no estoy preparado. Y es que le dedico casi todo mi tiempo y ya no sé ni lo que siento. ¿Amor? ¿Esa es la palabra? ¿Estoy acaso enamorado? Por favor, no puedo creerlo y espero que no sea así pero, ¿a qué espero? No puedo atar a los sentimientos hasta que un día se escapen tras una persona que se ha cansado de esperar para verlos. Estúpido orgullo, ¿qué te cuesta admitir que desinteresadamente actúa para ti? ¿Por qué te empeñas en hacerme creer que soy uno más y no puedo estar tranquilo sabiendo que sí, que no soy como todos, que también tengo algo especial? Tienes que disfrazarte de una estúpida y falsa arrogancia con temas que ni me parecen importantes. Y no puedo presumir sabiamente de lo que realmente me caracteriza, no soy capaz de mostrar el valor que quiero que los demás vean en mí, y como un gilipollas me vendo como carnaza siendo aquello que quería evitar. Gracias por nada, por no dejarme crecer, sigue sin quitarte el protagonismo y creemos el cuarto océano con nuestras lágrimas, que a este paso llegará antes de los 30...
No hay comentarios:
Publicar un comentario